Los pollos de la Aldama es un restauran ubicado en la calle Aldama, muy cerca del palacio de gobierno, a un lado de las pizzas del rey y merito en frente de la comida china.
En cuanto entras al establecimiento, sin titubeos, debes tomar tu charola ( que por lo general es roja) y hacerte un lugar en la fila, ya que a esas horas el hambre parece epidemia nacional y hay premura generalizada para erradicarla. La fila se forma a lo largo de un pasillo formado por una cadena y la barra tipo bufete, donde se presentan los alimentos al publico .
Como yo ya conozco el menú completo ya se antes de cruzar la puerta que voy a pedir de comer, las opciones son variadas: ¼ de pollo rostizado, ¼ de pollo en mole, ¼ de polo vaquero, mollejas al chipotle, deshebrada en chile colorado, albóndigas, asado en salsa verde y las siempre escasas milanesas con queso. Escoges el guisado que mas apetecible te parezca en ese momento, se lo informas a las chicas encargadas de servir los platillo, a lo que ellas preguntaran, con que deseas acompañar el guisado, con arroz, frijoles, espagueti o puré de papa (muchos opinan que la mejor opción es el puré de papa, pero yo siempre pido arroz). Las chicas son amables y rápidas y los mas importante generosas en la porciones.
Atrás de las chicas de la barra, hay otra barra donde se encuentra la cocina y en ella, ataviadas de blanco cual enfermeras, se encuentras las cocineras. Parece que siempre están ocupadas, concentradas en preparar los alimentes, pero después de varios meses de observación, he llegado a la conclusión, que aunque no parezca, ellas están igual o mas informadas, que las chicas que atienden directamente a los clientes, sobre todos los acontecimientos que ocurren fuera de la cocina. Es mas he llegado a sentir sus miradas inquisidoras cuando entro, creo que ya saben que aun no me he dignado a probar las mollejas.
Y en la parte final del pasillo, atrás de su caja registradora naranja del siglo pasado, encargada del cafe, del agua, los chesco, las tortilla, los cubiertos, las salsas y los popotes esta la chica de los dineros, la que cobra. También después de varios meses de observarla he llegado a la conclusión que una de sus principales tareas es hacer que fila sea lo mas larga posible. Si hay poca gente te saluda y sonríe, te pregunta que deseas de beber y sonríe, te cobra y sonríe, intercambia algunas palabras contigo y al final te desea que tu comida tenga buen provecho y sonríe. Ahora si la fila esta cargada, te saluda, te pregunta que deseas de beber, te cobra y dice provecho. Con cualquiera de las modalidades de atención que ocupe invariablemente siempre te toca hacer fila, y es por eso que digo que parece que tiene de tarea hacer la fila larga.
Después de pagar tomas asiento y a comer.
En ocasiones se presenta el dueño, un señor amable ya entrado en años, del cual he escuchado el rumor que es de procedencia española, pero solo es un rumo nada confirmado. El señor se pasea por todo el lugar, ayuda en un poco en la cocina y otro tanto en al barra, sirviendo o mezclando los guisados (he notado en el un cierto gusto por mezclar la comida, cada que puede lo hace, aunque no sea necesario), después camina entre las mesas , saludando a los comensales preguntado si todo esta bien, y se retira sonriente y satisfecho.
Hay otra chica que recoge las charolas con los platos y cubiertos sucios y limpia las mesas cuando estas se desocupan. Así que cuando termino de comer solo me levanto y me voy, no sin antes, claro, despedirme de la chica del dinero, que cuando esta ocupada ni te pela, pero igual le dedico con la mano un ademán de despedida, sigo caminado y al pasar frente a la barra me despido de las chicas que sirven los platillos, que por lo general son tres y por lo menos una responde el saludo y salgo.
De las señoras de la cocina no es necesario despedirse, ellas de antemano saben que ya te vas.