jueves, 23 de enero de 2014

El olvido perdido

En aquellos años nuestras vidas estaban cambiando rápidamente, pero supongo que ninguno de nosotros nos dimos cuenta. Yo me fui sin despedirme de nadie con la idea de que todo seguiría igual, pero jamas regrese.
Durante un tiempo guarde la promesa, jamas dicha, del reencuentro. Pero conforme pasaban los años esa promesa se fue desvaneciendo.
Imagine que algún día el destino nos pondría frente a frente, en la acera de una calle olvidada o en la plaza de algún pueblo tropical, y aunque mas viejos y distintos de alguna manera, nos seria imposible ignorar el aire familiar de nuestros rostros. Tu fingirías seriedad, pero tus ojos de niño te delatarían y al yo reconocerte tu sonrisa incontenible se liberaría.
Esa escena era una posibilidad muy remota y en los últimos años estaba apostando por la resignación y por olvido. El tiempo suaviza los recuerdos y tu serias un recuerdo en el limite del olvido.
Entonces creí que quizás, durante la tarde de un nostálgico otoño, en el final de mis días, recordaría vagamente que tuve un amigo con el que jugaba al fútbol y al basketbol, con el que era fácil reír, recordaría como en su casa buscábamos la manera escabullirnos de la vigilancia de su madre, recordaría los días de la primaria, las tarde de catecismo, el salo de clases de kinder que compartimos, los jardines, las casas y las calles de la infancia, recordaría el día en que mi hermana se perdió y que fue su familia fue quien la encontró. Todos estos recuerdos me golpearían como un rayo para después olvidarlos para siempre.
Pero ahora estoy triste y enojado, pues algo en mi alma ha cambiado. Me han robado el olvido. un  pulso cobarde me ha robado el olvido.
Y ahora estoy triste por su familia, por beto y anni, estoy triste por karina y la bebe, por nosotros los de cangrejera, estoy triste por mi  y por ti, el por el olvido que he perdido.

Fobi.
descansa en paz.

martes, 14 de enero de 2014

Explorando los glaciares de la Patagonia con mis queridos extraños y un solitario paquete de café.

En ocasiones uso  mis auriculares, aun cuando mi iPhone esta apagado, y  escucho el silencio solo para evitar hablar con extraños.
 Entonces cuando mis amigos cancelaron el viaje que harían conmigo a la Patagonia, incluí en mi equipaje dos pares de auriculares,solo para estar a salvo.

El pueblo de ¨El Chalte¨, Argentina, esta rodeado por arbustos, y escarpadas cumbres nevadas que ocultan un solitario iceberg, de un azul cristalino, que se deshace dentro de un silencioso lago. Ligeras nubes revolotean en lo alto del cielo cubriendo por instantes a un abrazador sol, pequeñas avestruces llamadas ñanduz y manadas de guanacos cruzan, juguetones, los campos patagonicas. En la alambrada que recorre la ruta del pueblo se encuentran enredados los restos de criaturas atrapada.

Cuando entre a la cocina del hostal después de mi primer día de excursión ataviada con calzoncillos largos, sin zapatos y con mi nariz roja por las quemaduras del sol. Una menuda chica  de  largos cabellos negros agitaba con vigor el contenido de una enorme cacerola.

Romper la barrera del silencio que nos separa de los extraños es muy complicado.
Me debatí entre: un "Así que, ¿de donde eres"- ó un - "¿cuanto tiempo llevas aquí?" - ó -" ¿como te llamas?" - ó un simple - "hola".
Me decidí por: "ooh, eso huelo muy bien".
La barrera entre nosotras de desmorono mientras ellas mezclaba vegetales enlatados y pasta, y yo calentaba un puré de papa en le microondas, platicando me entere que ella era una doctora australiana que viajaba sola con mochila al hombro durante un año.
Ese día ella había hecho el mismo recorrido que yo, así que le pregunte, "¿ no te pareció el lago turquesa de la cima maravilloso?.

Dejo de mezclar, entrecerró los ojos y preguntó -"¿Lago? ".
Se sorprendió, pues después de caminar por cuatro horas le faltaron tan solo subir los 10 metros de una pequeña colina para ver el lago.
Durante un rato reímos juntas de la torpeza cometida por mi nueva amiga, después de esto me pregunto si quería compartir la cena con ella, mi puré de papa instantáneo no tenia buena pinta, así que acepto su oferta gustosa.
Pronto se nos unió un ingeniero hindú,que yo había conocido el en autobús, y un mexicano, el cual después de una hora de conversación, un poco tímido, me pregunto, "¿ por que la gente de Estados Unidos nos odian tanto?".
No pude darle una respuesta.

Compartí unas cervezas con unos brasileños en Uruguay, cuando se corría el rumor en la noticias de que mi país había espiado al de ellos.
También compartí naan en la India con unos Afganos, durante la guerra de Estados Unidos en Afganistán.
Es difícil ver las lineas del mapa una vez que se comparte una comida sin fronteras.

En la mañana siguiente la chica australiana se había quedado sin café. Yo aun tenia dos paquetes de café, los cuales había planeado usar para mis dos días restantes en la patagonia.
Mi vida esta muy apegada a esos paquetes de café. Los suelo verter en una botella de agua fría cuando no tengo a la mano una taza de agua caliente o pongo el polvo directo en mi boca, cuando manejo, solo para obtener mi dosis de cafeína.
A pesar de que mi cerebro adicto a la cafeína gritaba, "Nooooo", ahí estaba yo, un poco vacilante entregando uno de mis apreciados paquetes de café a la chica australiana.

Ese día nuestro pintoresco grupo salio junto de excursión, y algo curioso paso. Yo empece a discutir con el chico hindú sobre la dirección que debíamos tomar como si el fuera mi hermano. Un chico suizo, que no dejaba de fumar, me confeso, como si yo fuera su mejor amigo, que se había enamorado de una mujer que no era su prometida. Y la australiana me fastidiaba con la seguridad, como si yo fuera su madre. Pues ahí estábamos un puñado de extraños formando una familia.

 Es curioso como compartimos ideas que nunca confiaríamos a nuestra familia o amigos. Después de tres horas de caminar, cruzamos por un tupido bosque de abundante liquen cuyos hilos verdes refrescaban el aire con su aroma.
Cuando la chica australiana nos contaba sobre su experiencia de practicar la medicina en Timor Oriental, la mexicana interrumpió tímidamente: ¨"saben, yo siempre quise estudiar medicina pero mi madre se opuso. Quizás cuando regrese entre a la escuela de medicina".
Esa había sido la primera vez que expresaba en voz alta la idea de tomar otro camino en su vida. Mientras librábamos un camino rocoso, ella planeo la logística y los pasos que debía seguir para su nuevo proyecto, todo en medio de extraños, y al final se dio cuenta que la medicina era lo que ella realmente quería hacer con su vida.
En ocasiones es en medio de la seguridad que dan los extraños cuando surgen de nosotros los sueños mas salvajes, y se puede expresar los deseos sin repercusiones.
Familiares y amigos son nuestra memoria a largo plazo. y las palabras que intentan desbordarse de nuestras bocas quedan atoradas  frente a ellos. Pero en esta ocasión la mexicana puede cambiar, sin preocupación, el curso de su vida, pues no habrá auditoria alguna (en el mejor sentido de la palabra). Lo peor que puede suceder es que un puñado de extraños de todo el mundo, crean que hay una mujer en México a punto de entrar a la escuela de medicina.
 Yo no se si el chico Suizo va a dejar a su prometida por la mujer de la que se enamoro, pero ha dejado su secreto, por el momento, en custodia a una perfecta extraña.

Cuando decidí arrancar mis raíces y viajar por el mundo, a la primera persona  que le confesé mi plan fue a un extraño en Japón. Estuve atenta a su reacción y  probé como sabían esas palabras en mi lengua.

 Llegamos a un lago que reposaba a los pies de un glaciar. fragmento del glaciar se acumulaban en la orilla, como si la madre naturaleza se estuviera emborrachando, rompiendo botellas de vodka y esparciendo los fragmentos de vidrio por la arena.
Detrás del lago se alzan escarpadas cumbres coronadas por nubes: algunas nubes se entrelazan con sus dedos entre los picos,  y otras se mueven en grades bloques blancos, como retocando el paisaje mientras surcan del cielo.
Yo pensé que estábamos solos,  hasta que note que había mas personas contemplado calladamente los picos. Al principio estaba ofendida, de manera egoísta quería experimentar la naturaleza sin que personas bloquearan mi vista.
Pero mientra permanecía al lado de estos extraños, comencé a  conectarme con esos rostros sin nombre vendidos de todas partes del mundo para, por siempre, compartir juntos esta recuerdo.
En nuestro ultimo día, ya que la chica australiana se marchaba hacia el oeste y yo hacia al este, le di dos bolsas ziploc usadas. Ella las apretó y exclamo: "dios mio, ziploc, las he estado necesitando desesperadamente, gracia."

 Existe un conductor de tren en la India que me dio su ultima botella de agua cuando vomite sobre la plataforma durante el monzón.

Existe una mujer de negocios en Los Ángeles que se sentó junto a mi en la intersección después que chocara mi auto, contándome historias de su hija mientras esperábamos la llegada de los paramedicos.

También existe un pescador en las Islas de Pascua que se ofreció a guiarme atreves de la oscuridad de una caverna de donde se podía ver el mar.

Existe un policía en Nueva York que pago un boleto de tren para que yo pudiera regresar a casa, cuando perdí mi cartera.

Todos estos extraños son entrañables para mi. Nuestros caminos jamas se volverán a cruzar. Con el tiempo olvidare sus nombre y sus rostros. Pero si los amigos dejan huella en nuestro corazón, entonces supongo que los extraños dejan diminutas marcas que en conjunto forman una huella que indudablemente nos transforman.
Me he encontrado nuevamente con extraños,  ahora que estoy de regreso en casa. Pero algo es diferente.
Regresar al mundo real es difícil porque nuestras mentes se limitan a pensando en 140 caracteres o menos,  y vestimos con las capas que creemos que nos definen: nuestra profesión, nuestra ropa, o nuestro teléfono nuevo.
Viajar es como pasar por un tamiz. Filtra todo lo que empantana nuestra vida cotidiana, desde los correos electrónicos y la presión de la moda, las dietas en boga y las aplicaciones para el iPhone.  Lo que queda contigo, la doctora australiana y yo concluimos,  es pureza.

Entonces, ¿cual es el "mundo real"?.
Existe un mundo donde estamos definimos por el modelo auto que manejamos, por tarjetas de presentación y por la etiqueta de la ropa que vestimos.
Pero existe otro mundo, un mundo fugaz en donde estamos rodeados por nuestros queridos extraños y donde podemos tener breves momento de claridad.



Joanna Zelman

Front page editor, The Huffington Post


Traducido por Laanticaspa.

El andre y su compadre Pancho

El andre y su compadre Pancho
Caluroso día de verano de 1914, poco antes de la toma de Zacatecas