martes, 27 de diciembre de 2011



Hay en este mundo personas con las que solo bastan unos minutos para conocerlas, para detectar afinidades, para sentirse cómodos con su presencia, para averiguar que ya nos conocíamos y que jamas nos separamos; quizás no se establezca una amistad, quizás no volvamos a verlas o lamentablemente las olvidemos, crueldad del destino. Estas personas son escasas ,vagan por el mundo sin ser identificables y si corremos con suerte tropezaremos algún día con ellas.

En los últimos años yo he conocido a tres de estas personas. A la primera la conocí en un viaje de la escuela, intercambiamos sonrisa, cruzamos miradas, compartimos tiempo y las circunstancias me hicieron quererla olvidar.
A la segunda la conocí en el albergue del Pico de Orizaba, Gloria Arenas Agis, es tía de un gran amigo de la infancia y en aquel momento nuestra guía. Gloria, una persona de espíritu humilde y perseverante con un profundo amor por la vida y por su gente, su historia esta llena de lucha y sacrificio.El silencio de la montaña roto tan solo por el pasar del viento  te da una sensación de libertad; libertad que se acentúa si se comprende la mirada de Gloria al contemplar  paisaje .

La tercera de estas personas, y el motivo de estas palabras, es mi amiga Alahis, la primera ves que la vi, fue en la fiesta de graduación de Marcelalita, estaba sentada enfrente a mi al otro lado de la mesa, estaba sola y durante un rato nadie hablo con ella, parecía estar fuera lugar, hacia frío y estaba encorvada con las manos entre las rodillas, eso la hacia parecer mas pequeña de lo que es, me llamo la atención sus ojos, los recuedo atentos, los recuerdo enormes, de un negro profundo, con esa mirada de quien esta frente a algo que buscaba y que nunca esperaba encontrar.
Ya olvide los detalles de esa fiesta, no se como paso pero por alguna razón, la recuerdo platicando conmigo, después la veo cantando el “bosque de la china” en el Kareoque mientras todos aplaudíamos, fue cuando tuve la impresión que siempre la había conocido. Esa noche termino tarde y yo con una nueva amiga.

Días después, en la fiesta de fin de año, estuvimos platicando de su vida, de sus temores, sus ilusiones y esperanzas, me contó de dolores del pasado, y de las alegrías del  futuro, ella vaticinaba un increíble año donde cerraría ciclos comenzados hace tiempo, para abrir otros nuevos; yo solo la escuche, no hay mucho que decir cuando alguien abre su mundo y te lo cuenta con tanta pasión.
Yo predije, movido por mi amargura de época festiva, que el año seria desastroso y lamentablemente así fue para ella, la contagie con mi mal agüero, y le pido perdón. Ese día prometí que yo le contaría de mi mundo, sobre mi bosque negro de arboles moribundos, sobre mi pradera de altos pastizales donde surfean las blancas nubes antes de perderse en el cielo, del silencio de mi montaña donde se escucha el eco débil de mis esperanzas, de mi laberíntico mundo que yo aun no entiendo. Esa platica aun esta pendiente.
   
De aquel desastroso año, ya se había recuperado y había  encontrado nuevas alegrías, que en este momento para ella parecen pasajeras, pero hay historias azarosas que nunca terminan, la vida es una de ellas y mientras esta historia se siga escribiendo las posibilidades son infinitas.

Solo pretendo que se de cuenta cuan escasa y especial es su persona, que la historia de ese “mundo raro” de donde viene aun continua, y que, bueno, todo va estar bien.

El andre y su compadre Pancho

El andre y su compadre Pancho
Caluroso día de verano de 1914, poco antes de la toma de Zacatecas