Una tarde, sentada sobre una piedra bajo la
sombra de un gran árbol, marcela absorta observaba el horizonte, ese horizonte
que parece llamar a los solitarios con promesas nuevas. Un borrego curioso, aprovechando el descuido del pastor, se acerco a ella y estirando su cuello
lanoso susurro a su oído algo que marcela no entendio, pues ella jamás había
hablado con un borrego. ¡Borrego impertinente! , dijo marcela reprobando el
atrevimiento de este, pero en el fondo le pareció simpático. la siguiente tarde
marcela regreso a la sombra del árbol, algo ajena a sus deseos había conducido
sus pasos a ese lugar, ahí encontró al
borrego junto a la piedra esperándola,
se acerco y escucho con atención
lo que él dijo, de nuevo no entendió nada, pero pudo percibir una inquietante
intención en las palabras del borrego.
Durante mil tardes bajo la sombra de
árbol, junto a la piedra, Marcela y el
borrego se encontraron, el hablo durante las mil tardes y ella escucho atenta,
poco a poco ella fue entendiendo el mensaje, una a una se fueron juntando las
palabras y conforme ella comprendía mas
parecían acontecer pequeños cambios en el borrego , cambios que lo fueron
haciendo más semejante a ella, mas familiar. La ultima tarde cuando al fin
comprendió el mensaje por completo, ella sonrió, se olvido del llamado del
horizonte y ya jamás se separaron.
¿Que, cual fue el mensaje?, eso yo no lo sé;
ese secreto parece que se quedar entre marcela y el borrego, entre el árbol y
la piedra..
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