Te
voy a contar del viaje al nevado de toluca, generalmente cuando me
siento a escribir es por que ya tengo en mente lo que quiero
escribir, mis ideas están estructuradas y he repasado varia veces
las palabra que voy a utilizar, este no es el caso vas a ser testigo
de mi capacidad de improvisación...
A finales del año vi una foto del cráter del nevado del toluca, me
llamo la atención el paisaje que ofrecía la foto, dos lagos en la
cima de un volcán extinto. En mi imaginación no había cabida para un
lago a esa altura, no es que hubiera reflexionado sobre esa
posibilidad en el pasado pero si alguien me hubiera dicho que
existían lagos arriba de 4000 metros de altura mi reacción
inmediata hubiera sido la negación. Cuando visite el camino Inca
hace 3 años me tope con la primera prueba de mi error jamas pensado,
al lado del camino, después de haber cruzado la “puerta del Sol”,
a aproximadamente 4000 metros de altura una pequeña laguna de aguas
cristalinas, de escasos 20 metros de diámetro, abría las fronteras
de mi imaginación. Me detuve un largo rato contemplado el reflejo
del cielo que se proyectaba sobre la superficie de la laguna, cuando
la imaginación es golpeada de tal manera es prudente tomarse un
tiempo para asimilar los efectos de semejante sacudida.
Al siguiente años visite el “lago de los Tres” en Argentina. Dos
hermoso lagos a mas de 3000 metros de altura que se encuentran en las
serenas faldas del macizo “Fitz Roy”. Cuando yo fui uno de ellos
estaba congelado y el otro presumía sus tonos turquesas. La nitidez
del espacio en ese lugar era sorprendente, una escena dominada por el
cielo, la nieva, las inmensas rocas y dos lagos rompiendo de
nuevo las posibilidades de mi imaginación.
Las
retinas se llenan de tanta belleza que es difícil abandonar esos
lugares, entonces al ver en las fotos esos dos lagos del nevado de
toluca una ansiedad por visitar ese lugar se apodero de mi. Así que
organice el viaje, invite a los compas y el único que respondió fue Chitika.
Es
extraño viajar acompañado, no estoy acostumbrado a la compañía permanente en mis viajes, creo que ya me acostumbre a mis soledades.
Pero fue bueno llevar compañía.
Llegamos
el viernes por la mañana al DF, nos hospedamos en un Hostal justo atrás de catedral, lo primero que veíamos en la mañana al salir era
el punto central de donde surgen los cuatro rumbos de nuestra querida nación, el zócalo capitalino. Como teníamos que aprovechar el tiempo
a las 3 de la tarde tomamos un tour para visitar Teotihuacán, era
viernes inicio de puente y quincena, y la ciudad lo sabia; tardamos dos horas en salir de la mancha urbana. por suerte nos
acompañaba en el tour una pareja de costarricenses (Ticos) muy simpáticos, Daniela y Juan Gabriel (sin ninguna relación con el
cantante). Estaba de luna de miel en México eran sus últimos días de viajes; en el camino nos contaron todas sus aventuras en los cabos,
sobre las ballenas,los leones marinos, nos hablaron de un mar
transparente con playas de arenas color ocre, nos contaron sobre la impresión que les causo la ciudad de México, sobre la vida en su país, y nos aclararon que entre los ticos es común pronunciar la ere como gabacho mal adiestrado en el español y que en definitiva no
estaban afectados del cerebros. Los definiría como gente alegre
dispuestas al asombro.
Los
extraños que nos topamos en las jornada son los que aderezan
el viaje, como Philp un suizo-peruano que fue nuestro compañero de
cuarto, o Zaira la chica de Encenada que estudia comunicación en
Puebla que junto con muchos otros abarrotaron el hostal para asistir
al “Latinfest”, o la señora chiapaneca que nos amenizo el
desayuno con las historia de sus viajes por el mundo y su buen humor, o como la otra señora que
se atrevió a subir un cerro del tepozteco con tacones y bolsa en mano, o como Peter
Parker, un niño de 3 años que no dejaba que su madre le ayudara a
trepar el mismo las escarpadas rocas, o los chicos que se perdieron el camino con
nosotros, la otra señora de Ecenada que no supo como usar las manos
para evitar que su rostro golpeara el piso cuando tropezó, o Daniel el
argentino que accedio a llevarnos al nevado de toluca en su
camioneta, amante de describir cada detalle del camino cual cronista
deportivo, o Mariana la amiga de Alfredo a la que no conocía y que nos confió sus dramas amorosos, o la señora en Tepoztlan que nos regalo
unas gorditas y nos convirtió en su suerte de la tarde. Todos ellos nos
regalaron un poco de su tiempo y nos hizo la vida mas rica.
Al
visitar aTeotihuacán me pareció corta, subimos la pirámide del sol,
una sesión de fotos obligada en la cima de la pirámide, un vistazo rápido y a
lo lejos a la pirámide de la luna y platica breve sobre el templo de
los jaguares y listo. Me hubiera gustado permanecer mas tiempo en la
zona y mirar con mas detalles las ruinas, pero estuvo bien, el guía
era bastante conocedor del tema Teotihuacano y en general estuvo
bien. Visitamos una cooperativa de artesanos donde nos explicaron
todo lo que se puede hacer con el agave, y al final una visita rápida
a al basílica de Guadalupe. Nos despedimos de Daniela y Juan Gabriel y nos fuimos a comer un pozole, que no se compara con el que
prepara el papa de Alfredo pero nos regreso las energías.
El
sábado nos levantamos temprano para ir al punto de reunión (el teatro
insurgentes) donde nos veríamos con Mariana y Daniel quienes nos
acompañarían al nevado de toluca.
Mariana
amiga de Alfredo desde la escuela, una chica inteligente y practica,
me parecio, pequeña y delgada pero fuerte por su manera de caminar,
cabello ondulado y ojos grandes con mirada sincera, muy simpatica;
Daniel es el amigo argentino de Mariana y dueño de la camioneta que
nos llevo al nevado, argentino como aguerado ya entrado en años,
buen conductor, amante de narrar cada detalle del camino; el bache
que casi no ve pero que logro esquivar, la señal que parece tiene
una falta de ortografía, lo bien asfaltado que esta la autopista, la
fealdad de la ciudad de Toluca, nada escapo a su mirada vigilante.
Llegamos
a Toluca en menos de una hora y media, la ciudad nos recibió con
lluvia y un horizonte cubierto por enormes nubes de tormenta,
todos decidimos ignorar esas advertencia y continuar con la
expedición. Cruzamos la ciudad y conforme nos acercamos al
volcán la lluvia se fue transformando en un granizo muy pequeño que
confundimos por un momento con nieve, el paisaje era maravilloso los
pinos del bosque teñidos
de blanco por la nevada de la madrugada, rodeaban un campo agrícola totalmente cubierto de granizo, mientras al fondo una niebla ligera
ocultaba la parecencia del volcán, toda la escena parecía tener luz
propia, esta imagen se repitió por varios kilometros.
Tuvimos
problemas para llegar al albergue de donde iniciaríamos a subir el
Nevado, un tramo de la carretera se había congelado y tres autos atascados en una curva obstaculizaban el camino, tuvimos que ayudar a mover
estos autos y liberar la carretera, controlando el transito
de los autos. Cuando llegamos al albergue el mal clima continuaba,
pero como el mal clima no quita el hambre, decidimos comer unas quesadillas de queso acompañadas con un cafecito
para entrar en calor, antes de iniciar el acenso.
La
caminata cuesta arriba fue muy agradable, quitando el viento que por
rachas proyectaba los pequeños granizos contra nuestros rostros, y
a pesar de la neblina que no nos permitía ver mas allá de treita metros, la
vista era bastante hermosa , llego un punto en el cual el clima
empeoro, viento fuerte y nieve. Varios excursionistas decidieron, regresar y con forme se cruzaban con nosotros nos sugerían que hiciéramos los mismo, nos costo tomar la
decisión de abandonar el intento de llegar al cráter hasta que un
grupo, ataviados con equipo y vestimenta de lata montaña, cosa que nos pareció una exageración si lo comparamos con los tenis, los suéteres de lana y el morralito de yute donde guardábamos nuestras provisiones; ellos nos advirtieron que mas arriba era imposible
caminar pues la nieve llegaba hasta las rodillas, entonces fue
cuando decidimos desistir.
Yo
calculo que nos quedamos a tres horas mas de
caminata, pero fue imposible continuar. Me quedo un sensación de
derrota, ojala pronto pueda volver
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ResponderEliminarGracias por este relato. Deberíamos hacer esto más seguido. Me refiero a compartir este tipo de relatos más seguido. Hoy, cuando vamos a algún lado, a acampar, a un museo, a un parque, lo que hacemos es subir fotos inmediatamente al Instagram o al Facebook. Y eso está excelente, pero eso sólo muestra un fragmento estético de lo que visitamos, una imagen congelada, nada más. En cambio, si compartimos un relato como este, podemos compartir un poco más de la vivencia, hacemos sentir al lector como si estuviera ahí con nosotros compartiendo el viaje. Al menos así me sentí yo leyendo tu narración. Nuevamente, gracias por compartir... Y sí, me apunto para la siguiente excursión. ¡Saludos!
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