extraño al Coatza de los 90s . Sus tardes calurosas con olor a sal, caminar por sus calles húmedas como el abrazo sofocante de una madre. El mar imponente que se abría al mundo, por ahí llegaba el viento de norte portador de noticias de otros horizontes lejanos . Recuerdo la selva siempre amenazante a punto de devorar algo con su espesura. Extraño cuando el futuro aun no empezaba a escribirse y el presente, con su simpleza infantil, era la realidad más segura a la cual aferrarse.
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